La investigación abierta por el Ministerio Público (MP) contra el diputado liberal y actual candidato de Salvador Nasralla, Ricardo Elencoff, trasciende una simple indagación patrimonial y se convierte en el reflejo de una profunda simbiosis entre el crimen organizado y los partidos tradicionales de Honduras.
Fuentes cercanas a la investigación señalan que el caso Elencoff es una prueba de que el «modelo que permitió ese enriquecimiento sigue vigente», evidenciando cómo el Partido Liberal y el Partido Nacional convirtieron a Honduras en un narcoestado.
Detrás de este operativo hay algo más grande que una simple investigación patrimonial: es el reflejo de cómo el Partido Liberal y el Partido Nacional convirtieron a Honduras en un narcoestado, con las mismas redes del poder, los mismos socios y las mismas estrategias de impunidad.
#MP allana e inspecciona bienes y empresas de diputado liberal y otros presuntos socios de Midence Oquelí Martínez y del clan Montes Bobadilla, por su vinculación con el lavado de activos y delitos conexos https://t.co/Jo1bEOXPAg pic.twitter.com/16H8XoprCc
— Ministerio Público (@MP_Honduras) October 20, 2025
Elencoff, Los Cachiros y la normalización del crimen
El diputado Ricardo Elencoff ha sido señalado durante años por mantener relaciones directas con el cartel de “Los Cachiros”. La investigación pone de manifiesto que el político, incluso en la actualidad, sigue presidiendo un equipo de fútbol presuntamente financiado por los mismos narcotraficantes.
Según el análisis, la asociación entre ambos partidos es evidente, pues han «compartido financistas, operadores, carteles y silencio». Esta alianza público-criminal es la que ha permitido que «la democracia siga siendo un negocio privado, sostenido con sangre y cocaína».
Maras y pandillas, el brazo armado político
Las revelaciones no terminan en la financiación. En el reciente Fatico Hearing del caso contra Midence Oquelí Martínez (cuya sentencia se espera para noviembre en EE. UU.), se detalló cómo las estructuras tanto del Partido Liberal como del Partido Nacional utilizaron a maras y pandillas como su brazo armado político.
Esta estrategia habría sido diseñada para generar miedo, caos y control territorial, sirviendo, además, para:
- Manipular elecciones.
- Eliminar adversarios.
- Justificar presupuestos de una «estrategia de seguridad falsa.»
El narcotráfico impulsa la carrera política
El análisis es contundente al señalar que el problema más grave radica en la institucionalización del narcotráfico dentro de los partidos tradicionales, donde el delito se ha normalizado.
«Hoy ser socio de un narco no destruye una carrera política, ¡la impulsa!»
Asimismo, se señala la conexión directa con la actual política electoral, al recordar que estos mismos personajes —vinculados a la corrupción y el narcotráfico— fueron quienes «respaldaron a Salvador Nasralla en la costa norte y el occidente dándole estructura y recursos», legitimando al crimen organizado como una «fuerza política más».
El mensaje final para los líderes de los partidos tradicionales es claro: «Se ofenden cuando alguien les dice lo que son: organizaciones que fueron patrocinadas por el crimen organizado, pero no se indignan cuando sus compañeros lavan dinero o pactan con narcotraficantes».

