El reciente fallo del Tribunal de Justicia Electoral (TJE) que da luz verde a la inscripción de Jorge Cálix como candidato a diputado por Olancho vuelve a poner en evidencia cómo el bipartidismo en Honduras sigue utilizando las instituciones y retorciendo la ley según su conveniencia.
Pese a que el Consejo Nacional Electoral (CNE) había declarado sin lugar su solicitud por incumplir requisitos legales, el TJE resolvió recurriendo a la ilegalidad, permitir su inscripción, abriendo nuevamente el debate sobre la falta de escrúpulos y de respeto a la ley por parte del bipartidismo.
Este episodio no es aislado. Es otro ejemplo de cómo los mismos actores políticos que históricamente han dominado la escena, el bipartidismo tradicional y sus aliados, manipulan las instituciones para asegurar sus propios intereses.
Cuando un tribunal ignora un dictamen técnico del CNE, no lo hace en nombre de la democracia, sino de los cálculos políticos que garantizan espacio a figuras cercanas al poder. Así, la justicia electoral, que debería ser el último muro de defensa de la equidad en la competencia política, se convierte en una herramienta más de la manipulación institucional.
La aprobación de la candidatura de Jorge Cálix por Olancho no solo refleja un triunfo personal, como él mismo lo ha calificado, sino también un nuevo revés para el Estado de derecho manipulado una vez más por los grupos de poder económico a través de sus títeres: el bipartidismo.
Mientras el bipartidismo siga torciendo la ley para sus fines, el país continuará atrapado en un ciclo de impunidad, desconfianza y manipulación que debilita la voluntad popular y erosiona la esperanza de un sistema verdaderamente democrático.
Esta acción contradice por completo sus insinuaciones de que Libre busca un fraude, cuando con su comportamiento y decisiones, demuestran que ellos están dispuestos a torcer la ley cuantas veces sea necesario para conseguir sus propósitos.

