Las autoridades argentinas confirmaron la detención de Pablo Laurta, uno de los fundadores del Movimiento Varones Unidos, acusado del doble femicidio de su expareja, Luna Giardina, y su exsuegra, Mariel Zamudio, además del secuestro de su hijo de cinco años.
El caso ha reavivado las heridas sobre los discursos ultraconservadores y misóginos promovidos por figuras como Salvador Nasralla.
Laurta era conocido por su participación en conferencias y actos organizados junto a Agustín Laje y Nicolás Márquez, ideólogos de derecha vinculados al presidente argentino Javier Milei.
Según registros de distintos eventos, Laurta ejercía como presentador en varias de sus charlas, centradas en la crítica al feminismo y a lo que denominaban “ideología de género”.
Las investigaciones revelan que el detenido mantenía antecedentes de violencia doméstica y que las víctimas habían presentado denuncias previas por agresiones y amenazas, lo que pone en evidencia una vez más las fallas institucionales en la atención a casos de violencia de género.
El crimen ha generado un amplio rechazo en redes sociales, donde activistas y analistas han señalado la relación entre los discursos de odio hacia las mujeres y la violencia real que enfrentan en la sociedad.
NASRALLA RESPALDA A AGUSTÍN LAJE
Agustín Laje, uno de los principales referentes del movimiento “antifeminista” en América Latina, ha sido respaldado públicamente por el político hondureño Salvador Nasralla, quien en diversas ocasiones ha replicado y defendido sus posturas conservadoras.
Diversos sectores han criticado a Nasralla por sus declaraciones machistas y despectivas hacia las mujeres en el ámbito político y social.
La conexión entre Laurta y los ideólogos Laje y Márquez, así como el apoyo político que estos reciben de figuras como Nasralla, ha generado preocupación entre especialistas en derechos humanos, quienes advierten que estos discursos de ultraderecha contribuyen a normalizar la misoginia y la violencia estructural.
El Ministerio Público argentino confirmó que Laurta enfrenta cargos por doble homicidio agravado por vínculo y violencia de género, y sustracción de menor.
El caso de Pablo Laurta se convierte así en un ejemplo extremo de cómo la intolerancia y el machismo, amparados en discursos ideológicos, pueden derivar en tragedias irreparables.
