Hoy celebramos con júbilo y orgullo el segundo aniversario de un hito histórico, la victoria del pueblo hondureño en las urnas. Fue un día en el que la voluntad de la ciudadanía prevaleció sobre la sombra de la narcodictadura que por tanto tiempo ensombreció nuestra nación. Con cada voto, los hondureños derribaron las barreras de la opresión y sentaron las bases de un nuevo capítulo en la historia de Honduras.

Este triunfo no fue casualidad; fue el resultado de la valentía y determinación de un liderazgo fuerte encabezado por la presidenta Xiomara. Su visión inspiradora y compromiso con la justicia social fueron los motores que impulsaron este cambio transformador. Además, no podemos pasar por alto el papel crucial desempeñado por la abogada Rixi Moncada, quien, con firmeza y dedicación, defendió el voto de los hondureños en el Consejo Nacional Electoral (CNE). Su intervención oportuna y la detención de un potencial ataque cibernético destinado a instaurar el fraude, son testimonios de la importancia de la vigilancia constante para salvaguardar la democracia.

El inicio de la presidencia de Xiomara marca el comienzo de la refundación de Honduras. A pesar de los desafíos monumentales heredados de la narcodictadura, estamos avanzando hacia la construcción de la Honduras que merecemos. La reconstrucción no es tarea fácil, pero cada paso que damos es un avance hacia la restauración de lo que una vez fue un país sumido en el caos.

Uno de los cambios más significativos ha sido la llegada de fiscales interinos, un hito importante en la búsqueda de la justicia. Los casos que habían sido engavetados durante años están siendo rescatados del olvido, y la justicia que tanto anhelamos está empezando a manifestarse. Este renacimiento judicial es una señal de que la impunidad está siendo desafiada, y los responsables de actos corruptos finalmente están siendo llevados ante la ley.

Estamos presenciando transformaciones que, en el pasado, parecían inalcanzables. La esperanza se está restaurando, y la confianza en las instituciones se está reconstruyendo. Aunque el camino por delante sea arduo, el compromiso del pueblo hondureño con la democracia y la justicia prevalecerá.

En este segundo aniversario, reflexionamos sobre los logros alcanzados y renovamos nuestro compromiso de seguir construyendo una Honduras más justa, equitativa y próspera para todos. La llama de la democracia arde más fuerte que nunca, y con la determinación colectiva, continuaremos escribiendo la historia de un país que emerge victorioso de las sombras de su pasado.


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