El candidato presidencial del Partido Liberal, Salvador Nasralla, vuelve a estar en el centro de la polémica, por sus declaraciones abiertamente machistas calificadas como violencia política contra las mujeres.
En sus más recientes intervenciones públicas, Nasralla no solo reafirmó su conocida actitud de menosprecio hacia las mujeres. Sino que se atrevió a calificar a Ana Paola Hall como “débil”, insinuando que no está en condiciones de ejercer cargos de poder.
Esta afirmación no es un simple comentario personal: es una expresión de misoginia, un discurso que perpetúa la violencia y el machismo estructural que miles de mujeres hondureñas enfrentan a diario.
PROHIBIDO OLVIDAR Los antecedentes de Nasralla, que aspira nuevamente a la presidencia de la República, los ataques infundados y de carácter personal contra Rixi Moncada, candidata presidencial del partido LIBRE, asegurando sin pruebas que mantiene una relación sentimental con el expresidente Manuel Zelaya. Organizaciones de mujeres han calificado estas declaraciones como una forma de deslegitimar el liderazgo femenino y reducir la participación política de las mujeres a rumores misóginos.
El pasado 7 de noviembre de 2024, la Secretaría de la Mujer emitió un pronunciamiento een el que denunció nacional e internacionalmente a Salvador Nasralla por una conducta reiterada de violencia de género y violencia política contra la presidenta Xiomara Castro y la ministra Rixi Moncada.
Y no es la primera vez. Nasralla ha protagonizado múltiples episodios en los que ha insultado o minimizado a mujeres, incluyendo, en varias ocasiones, a su propia esposa durante transmisiones en vivo. Este patrón evidencia que su comportamiento no es casual ni espontáneo, sino reflejo de una visión de mundo profundamente patriarcal.
UN CANDIDATO QUE DESPRECIA A LA MITAD DEL ELECTORADO
Honduras es un país en el que las mujeres representan aproximadamente el 50% de la población (5.3 millones, según datos del Banco Mundial 2025) y la mayoría del censo electoral (más de 3 millones de mujeres votantes frente a 2.7 millones de hombres, según datos de abril de 2024).
El machismo de Nasralla no puede seguir siendo normalizado como “opinión”. Quien sostiene públicamente que una mujer no tiene la misma capacidad que un hombre, quien reduce a una candidata a “la mujer de”, o quien usa el sarcasmo y los ataques personales para desacreditar liderazgos femeninos, no tiene autoridad moral ni política para aspirar a dirigir una nación que lucha por la igualdad y el respeto.

