Frente a versiones mediáticas que presentan cifras engañosas para instalar una supuesta «crisis financiera» en la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE), el ministro de Energía, Erick Tejada, aclaró que los datos reales muestran un escenario completamente distinto: una empresa que logró contener una deuda inflada por más de una década de saqueo.

Tejada explicó que el actual gobierno recibió en 2022 una ENEE prácticamente quebrada, con una deuda que superaba los 98 mil millones de lempiras, luego de que durante los gobiernos del Partido Nacional la obligación financiera se confirmara como un barril sin fondo.

En 2010, la deuda apenas rondaba los 12 mil millones, pero fue multiplicada de forma irresponsable hasta dejar a la estatal al borde del colapso.

A diferencia de ese período, el funcionario señaló que bajo la administración de la presidenta Xiomara Castro la deuda total de la ENEE ha sido contenida, registrando un aumento menor al 10% en casi cuatro años, un comportamiento que contrasta de forma brutal con el crecimiento descontrolado que se registró durante el orlandismo.

REDUCCIÓN QUE BENEFICIA AL PUEBLO

Uno de los puntos que Tejada destacó con mayor énfasis fue la reducción del pasivo con generadores privados, un tema históricamente intocable.

La actual administración heredó compromisos por casi 15 mil millones de lempiras, pero esa cifra se reducirá a alrededor de 9,500 millones, marcando una disminución cercana a un tercio de la deuda, algo que no ocurrió en gobiernos anteriores pese a los constantes endeudamientos.

Mientras en el pasado la ENEE se endeudaba para pagar contratos lesivos, hoy la empresa invierte, renegocia y subsidia.

En casi cuatro años se han destinado miles de millones de lempiras a fortalecer la generación, transmisión y distribución de energía, además de garantizar electricidad gratuita a cerca de un millón de familias, sin disparar la deuda como antes.

Tejada también señaló que la estatal logró reducir su déficit operativo en un 30% y, por primera vez en su historia, cuenta con estados financieros auditados y certificados, rompiendo con años de opacidad.

Estos avances, afirmó, han sido reconocidos por organismos internacionales como el FMI y el Banco Mundial, pese a que ciertos sectores insisten en vender una narrativa de fracaso.

“El problema no son las cifras, es quién las usa sin decir de dónde venimos”, concluyó el ministro.