En la gran comedia electoral hondureña, los candidatos presidenciales del bipartidismo parecen competir por el título de “líder menos capacitado del año”. Con méritos que harían sonrojar incluso al más experimentado guionista de telenovelas.
Salvador Nasralla, el candidato presidencial por el Partido Liberal, conocido más por ser una estrella de televisión y maestro del espectáculo, reúne un combo casi imposible: Trastorno narcisista de la personalidad, trastorno histriónico y una buena dosis de misoginia.

Según psicólogos, estas cualidades lo hacen más apto para protagonizar reality shows que para tomar decisiones serias sobre el destino de una nación. Sus gestos dramáticos y comentarios polémicos en público son tan predecibles como un episodio de comedia, pero mucho menos entretenidos para el país.
Tito Asfura, el candidato presidencial por el Partido Nacional, conocido por ser el candidato de las rachas, por su parte, ofrece otra versión de “líder en apuros”: avanzada edad, cáncer y delirios mentales que se reflejan en publicaciones que oscilan entre lo incomprensible y lo vulgar.

Para ponerlo en perspectiva, solo recuerden casos internacionales como el del presidente Joe Biden de Estados Unidos, quien en varias ocasiones fue captado durmiéndose en reuniones importantes por la edad.
La comparación deja claro que, si incluso en un país con amplios recursos la edad puede afectar el desempeño presidencial, la situación de Tito Asfura, genera aún más cuestionamientos sobre su capacidad para liderar Honduras.
Candidatos sin cualidades que admirar
En resumen, mientras Honduras necesita claridad, energía y estabilidad, estos candidatos parecen competir por un papel en la sátira política más que por la presidencia.
Gobernar un país no es un reality show ni un juego de tweets o videos ridículos de Tik Tok; la salud mental y física no es opcional… aunque algunos candidatos insistan en demostrar lo contrario.
