Mientras miles de hondureños se ven forzados a migrar por culpa de la pobreza, la violencia y la desigualdad heredadas por décadas de corrupción del bipartidismo (Partido Liberal y Nacional), en Estados Unidos una voz se levanta para criminalizarlos y perseguirlos: María Elvira Salazar.
La congresista republicana de origen cubano se ha convertido en una de las principales aliadas internacionales del bipartidismo hondureño, respaldando las políticas económicas que empobrecieron al país, desmantelaron el Estado y expulsaron a millones de hondureños.
Hoy, con total cinismo, promueve leyes que afectan directamente a esos mismos migrantes, muchos de los cuales huyeron de la miseria que provocaron sus socios políticos en Honduras.
La congresista apoya iniciativas que endurecen las políticas migratorias impulsadas por Donald Trump, al tiempo que defiende a los sectores conservadores hondureños, como el Partido Nacional y el Partido Liberal, que durante más de una década instauraron un modelo basado en el saqueo, la impunidad y la represión. Ese modelo no solo desmanteló la economía nacional y desangró las finanzas públicas, sino que instaló las causas estructurales de la migración: desempleo, inseguridad, exclusión y falta de oportunidades.
Durante los gobiernos del bipartidismo, la corrupción fue norma y no excepción. Casos como Pandora, Caja Chica de la Dama, Red de Diputados y Hermes entre muchos otros consolidaron una red de enriquecimiento ilícito que benefició a élites políticas, empresariales y mediáticas. Y mientras el pueblo empobrecía, miles se vieron obligados a salir del país en busca de sobrevivencia.
Ahora, el mismo bipartidismo intenta presentarse como una alternativa renovada, promoviendo las mismas recetas fallidas que provocaron la migración. Para ello, buscan legitimidad con figuras como María Elvira Salazar, que desde el Congreso estadounidense impulsa agendas alineadas con los intereses de las derechas latinoamericanas y en contra de los pueblos que buscan justicia y equidad.
Contrario a ese modelo de despojo, el Gobierno de Libre dirigido por la presidenta Xiomara Castro ha empezado a construir un camino distinto: una nueva política económica centrada en la justicia social, la equidad y la inversión pública para reducir las brechas históricas. Bonos al agro, subsidios a la energía, programas para jóvenes y adultos mayores, y una visión soberana del desarrollo son parte del nuevo rumbo que incomoda a los poderosos de siempre dentro y fuera del país.
Es por eso que, el bipartidismo hondureño busca apoyo en figuras como Salazar, que combinan un discurso moralista con acciones profundamente deshumanizantes. No sorprende que incluso entre sus propios compatriotas cubanoamericanos sea señalada por sus posiciones extremistas contra los migrantes y su sumisión a las políticas más duras de Donald Trump.
María Elvira Salazar no defiende a Honduras, defiende los intereses de quienes convirtieron el país en una fábrica de migrantes. Perseguir a quienes huyeron del hambre y la violencia mientras se respalda a los responsables es una muestra clara de hipocresía política y oportunismo.

