Luego de décadas de movilización permanente y de resistir las embestidas de las políticas neoliberales aplicadas por los gobiernos de derecha en Colombia —que precarizaron el trabajo—, el movimiento sindical logró una victoria histórica de la mano del Pacto Histórico, liderado por el presidente Gustavo Petro. Contra todos los pronósticos de la prensa corporativa y tras innumerables obstáculos, el Senado de Colombia aprobó este martes (18 de junio de 2025) la reforma laboral que se discutía desde 2023.

Esta reforma, exigida por los sectores populares y que fue un compromiso de Petro con la clase trabajadora, había generado fuertes tensiones con el Poder Legislativo, controlado por una mayoría de derecha. Incluso, el gobierno planteó someterla a una consulta popular ante la negación parlamentaria.

La votación final en el Senado culminó con 56 votos a favor y 31 en contra. Dado que la reforma ya había sido aprobada por la Cámara de Representantes, solo falta una última revisión técnica antes de su promulgación definitiva.


¿Qué cambia la reforma laboral?

  • Contratos indefinidos: La mayoría de los contratos deberán ser a término indefinido. Los temporales se convertirán en indefinidos tras cuatro renovaciones.
  • Jornada nocturna: Se contará a partir de las 7:00 p.m. (antes era desde las 9:00 p.m.).
  • Recargos por trabajo en festivos: Aumentarán del 75% al 100%.
  • Trabajo doméstico: Las trabajadoras del hogar tendrán una jornada máxima de 8 horas.
  • Inclusión laboral: Las empresas deberán contratar al menos dos personas con discapacidad por cada 100 empleados.
  • Derechos para aprendices del SENA: Los contratos de aprendizaje tendrán carácter laboral, con garantías sindicales.
  • Regulación del trabajo en plataformas digitales: Se establecen protecciones para los trabajadores de aplicaciones.

El sabotaje de la derecha y el triunfo de la movilización popular

Esta reforma es una de las varias impulsadas por Petro, pero hasta ahora solo habían avanzado las reformas tributaria y pensional, mientras que las de salud y educación fueron rechazadas.

Los medios tradicionales colombianos y los sectores políticos conservadores intentaron frenarla durante casi dos años, argumentando que generaría un «apocalipsis laboral». Sin embargo, el movimiento sindical —respaldado por masivas protestas y paros cívicos— logró presionar al Congreso y al senado. Petro, a diferencia de gobiernos anteriores, ordenó a la policía y al ejército no reprimir las manifestaciones, permitiendo que las calles se llenaran de apoyo popular.

Gustavo Petro es el primer presidente de izquierda del siglo en Colombia. Desde el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán (víctima del paramilitarismo), ningún gobierno progresista había llegado al poder.

Esta victoria es también un homenaje a los mártires del movimiento sindical, históricamente perseguidos por el paramilitarismo —aliado de los partidos de derecha y los medios corporativos—, que hoy ven cómo su lucha rinde frutos.


¿Quiénes le temen a la consulta popular?

El expresidente hondureño Manuel Zelaya en sus famosos conversatorios siempre lanza la pregunta «¿Quiénes le temen a la consulta?», recordando cómo en 2009 la derecha hondureña satanizó la propuesta de una cuarta urna para decidir sobre una Asamblea Constituyente. Los medios corporativos difundieron la falsa idea de que Zelaya buscaba la reelección, cuando en realidad la consulta era para un proceso posterior a su mandato.

En Colombia, Petro enfrentó el mismo escenario: una derecha que usa el paramilitarismo y los medios para silenciar las demandas populares. En marzo de 2025, el Senado rechazó su propuesta de consulta popular sobre las reformas laboral y de salud. Sin embargo, Petro insistió y la convocó por decreto, enviando el caso a la Corte Constitucional para que evalúe su legalidad.

Al final, el Senado aprobó la reforma laboral en tiempo récord, evitando que la consulta popular se llevara a cabo. Analistas señalan que esto fue una estrategia para desactivar la presión social y evitar que el pueblo decidiera directamente.


El camino que sigue:

Esta victoria no es el final. La reforma debe implementarse y defenderse de posibles sabotajes. Pero, más allá, el sindicalismo clasista debe mantener su visión de erradicar el trabajo asalariado y avanzar hacia modelos productivos asociativos, con una economía social y solidaria.

Aunque Petro ha dado pasos importantes, la construcción de un Estado socialista —donde la producción nacional y el bienestar colectivo sean prioritarios— sigue siendo una tarea pendiente para la clase trabajadora organizada en el poder popular.



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