El candidato presidencial del Partido Liberal, Salvador Nasralla, enfrenta una crisis de respaldo sin precedentes dentro de sus propias filas.
Tras su reciente propuesta de repetir las elecciones generales, los rostros más visibles del liberalismo han marcado una línea clara, desmarcándose de un discurso que califican como un riesgo para la estabilidad democrática del país.
Lo que inició como una plataforma de unidad parece haberse fracturado ante lo que líderes liberales consideran una «ambición personal» que desacredita el proceso electoral del que ellos mismos forman parte.
El bloque liberal dice «No» a la anulación del proceso
Figuras clave del Partido Liberal de Honduras han expresado su rechazo categórico a la idea de invalidar los comicios, argumentando que el camino legal es agotar los escrutinios especiales y no «dinamitar el sistema desde adentro».
- Maribel Espinoza: La diputada rechazó la repetición de elecciones, recordando que el partido se sometió a reglas vigentes y tiene presencia en las Juntas Receptoras de Votos (JRV). Sostuvo que el deber de cada partido es actuar con transparencia y vigilar la ley.
- Yani Rosenthal: El expresidente del Consejo Central Ejecutivo del Partido Liberal (CCEPL) afirmó que el partido no puede ser cómplice de un plan para repetir elecciones, señalando que el único interesado en ello es el partido LIBRE para romper el orden constitucional.
- Jorge Cálix: Calificó la propuesta de Nasralla como una réplica del discurso oficialista y cuestionó la incertidumbre de un posible interinato si se anularan los resultados.
- Roberto Contreras: El alcalde de San Pedro Sula y actual presidente del CCEPL consumó su ruptura con Nasralla, afirmando: “Yo me desmarco de Nasralla cuando dice que hay que repetir las elecciones”. Contreras advirtió que la demora en el escrutinio solo beneficia a un modelo político ajeno a la democracia hondureña.
Una contradicción peligrosa
El núcleo de la crítica liberal reside en que el partido ya cuenta con alcaldes, regidores y diputados electos en este mismo proceso. Desacreditar la elección presidencial significaría, por extensión, poner en duda la legitimidad de sus propios cuadros victoriosos, una contradicción que el liberalismo centenario no parece dispuesto a asumir.
Para muchos analistas, esta soledad política de Nasralla no es una conspiración, sino el resultado de un discurso que pone en jaque la institucionalidad. Mientras el proceso legal sigue su curso, el «hombre de la televisión» camina hoy sin la compañía de quienes lo llevaron a las urnas el pasado 30 de noviembre.

