Por: Katherine Paniagua
A pocos días de las elecciones generales en Honduras, la democracia nacional enfrenta otra prueba decisiva en este proceso electoral. Defenderla implica cultivar una conciencia social capaz de desmontar los mecanismos que históricamente han distorsionado la voz del pueblo. Recordando el fraude electoral de 2017 no solo dejó indignación, sino una lección fundamental, mientras existan estructuras que permitan manipular los resultados, el pueblo debe fortalecerse organizativamente para impedir que su voluntad vuelva a ser vulnerada por fuerzas adversas en estas próximas elecciones.
En este contexto, la disciplina partidaria se convierte en un elemento estratégico. Es un principio de coordinación necesaria para enfrentar la ofensiva mediática y los ataques de la derecha nacional e internacional que operan con recursos desmedidos. Estos grupos, con acceso a grandes plataformas comunicacionales, buscan desorientar, dividir, sembrar dudas y odio en la población. Frente a ello, la unidad entre militantes y simpatizantes del Partido Libre es esencial para resistir la manipulación y mantener claridad del rumbo.
A la vez, los medios tradicionales, alineados a sectoresconservadores intentan imponer un relato donde el gobierno presidido por la Presidenta Xiomara Castro y continuación de este por Rixi Moncada, es presentadocomo una amenaza a la seguridad y la estabilidad del país, mientras se invisibilizan los abusos y la corrupción de quienes históricamente han controlado el Estado, los medios dicen lo que no pasa y callan lo que pasa. Esta estrategia discursiva tiene un objetivo claro, debilitar el respaldo popular al proyecto de Refundación.
Asimismo, la violencia política y las amenazas también forman parte de la estrategia de quienes se oponen al cambio. Como manifiesta Rita Segato, la violencia política contra las mujeres no responde solo a batallas ideológicas, sino a un mandato patriarcal que castiga a quien ocupa un lugar que se supone masculino. Los ataques sistemáticos contra Xiomara Castro y Rixi Moncada reproducen ese patrón misógino, no solo se cuestionan sus decisiones, sino que buscan deslegitimar su derecho a ejercer poder. Es una violencia que se utiliza como ejemplo cruel dirigido a otras mujeres que podrían imaginarse en esos espacios. Combatir estas narrativas es parte fundamental de la lucha política.
De ahí que la unidad y la disciplina sean necesarias para proteger a la militancia. Cuando la organización es fuerte, las personas se sienten acompañadas y menos vulnerables ante la intimidación. La solidaridad interna, expresada en acción colectiva, es la mejor manera de enfrentar a quienes intentan frenar la transformación mediante el miedo.
Por consiguiente, la conciencia crítica no surge de la nada, nace del dialogo, la organización, la militancia y el caminar colectivo. Las bases de Libre encarnan esa voluntad de transformación, además, la capacidad de actuar coordinados permite enfrentar estructuras de poder que durante décadas han operado para mantener a las mayorías al margen de las decisiones nacionales.
La memoria de 2017 evidencio que la movilización espontánea contra el fraude electoral, aunque heroica, no fue suficiente para detener una maquinaria estatal comprometida con intereses oligárquicos. Quedo claro lo que este proceso enseño, no permitir ningún fraude más que viole la voluntad del pueblo. Por ende, la organización debe ser permanente, no se debe bajar la guardia. Proteger el voto implica prever riesgos, documentar irregularidadesy sostener la movilización incluso cuando las urnas ya se cerraron. La conciencia colectiva debe asumir que el proceso electoral no termina el día de la votación, continúa hasta que se garantice que la voluntad popular se respete de manera íntegra.
Cabe destacar que las bases del Partido Libre, integradas por sectores históricamente excluidos, ligados a las luchas de campesinos, mujeres, jóvenes y trabajadores, han sido protagonistas de resistencia, organización comunitaria y lucha social. Ese acumulado político y pluralidad de las bases constituyen el proyecto político de Refundación de la patria/matria. Cada colectivo, barrio, comunidad y territorio organizado fortalece la posibilidad de una democracia verdaderamente incluyente.
Es decir que, defender la democracia hoy significa defender un proyecto de país que busca redistribuir poder y dignificar la vida de las mayorías. El voto, en ese marco, se convierte en un acto político que debe enlazarse con una práctica constante de participación y vigilancia.
En definitiva, como expresa Linera, el pueblo organizado es el núcleo de cualquier revolución democrática. La conciencia colectiva es la principal herramienta para resguardar la democracia hondureña. La organización disciplinada, la memoria histórica y el compromiso de las bases son los pilares que deben guiar este proceso. Solo mediante la unidad será posible asegurar que la voluntad del pueblo se respete y que el proyecto de Refundacióncontinúe avanzando en beneficio de la población hondureña.

