Privatización, corrupción y narcoestado: el legado del bipartidismo hondureño

Durante 121 años, Honduras fue gobernada por el bipartidismo corrupto del Partido Liberal y el Partido Nacional, una alianza tácita entre dos fuerzas que se turnaron el poder únicamente para repartirse el país como un botín. 

Lejos de construir una nación justa y soberana, estos partidos hundieron al país en una espiral de miseria, saqueo y violencia que aún hoy seguimos padeciendo. 

Privatizaron los servicios públicos más esenciales, desmantelando el Estado para entregárselo al capital extranjero. Vendieron el territorio nacional sin pudor, legalizando proyectos como las ZEDES y entregando tierras a manos extranjeras sin respetar la soberanía ni los derechos de los pueblos originarios. 

La corrupción se convirtió en norma, y los escándalos alcanzaron dimensiones obscenas, desde el robo del Instituto Hondureño de Seguridad Social hasta los contratos amañados que drenaron los recursos públicos. El diputado de Libre Jari Dixon cuestionó el rol del bipartidismo y lo responsabilizó de ser los principales causantes de los problemas estructurales que hoy por hoy padece el país. 

Mientras tanto, altos funcionarios de estos partidos se aliaban con el narcotráfico, convirtiendo al Estado hondureño en una narcoestructura al servicio del crimen organizado. Así ocurrió con el Partido Nacional y Liberal que pactaron con el crimen organizado para sostener el poder luego de dar un golpe de Estado en 2009 contra el expresidente José Manuel Zelaya Rosales. 

Durante ese periodo,  lavaron activos a gran escala a través de instituciones públicas, y la impunidad fue el sello distintivo de su gobierno: fiscales, jueces y cortes servían para proteger a los suyos y castigar a los enemigos del régimen. El aparato estatal se transformó en una maquinaria de represión, saqueo y mentira. Lo anterior, fue expuesto por la Fiscalía norteamericana en los juicios por narcotráfico contra Tony Hernández y Juan Orlando Hernández en Nueva York. 

Hoy, con absoluto cinismo, los mismos partidos responsables del colapso institucional, económico y moral de Honduras intentan presentarse como la solución a los problemas que ellos mismos generaron. Pretenden borrar la memoria del pueblo y reciclar sus discursos, cuando es evidente que no han cambiado ni un ápice en sus prácticas. ¿Cómo pueden ser la solución quienes fueron, y siguen siendo, los principales responsables del desastre nacional?

Por eso, es fundamental recordar que en 2021 el pueblo hondureño decidió no continuar con ello y eligió al Partido Libre como la única fuerza política verdaderamente distinta, nacida desde la resistencia popular tras el golpe de Estado de 2009. Libre representa un proyecto de país que apuesta por la soberanía, la justicia social, la recuperación del Estado y la dignidad nacional. Ha iniciado un proceso arduo de reconstrucción, enfrentando estructuras profundamente corrompidas y poderes que durante más de un siglo se beneficiaron del sufrimiento del pueblo.

Hoy más que nunca, Honduras necesita memoria, conciencia y firmeza. La lucha por la verdadera transformación continúa, y el único camino para seguir recuperando a Honduras es profundizar el proyecto que el bipartidismo quiso destruir: un país para todos, no para las élites de siempre.

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