En un emotivo encuentro lleno de golazos y momentos para el recuerdo, Julio «Rambo» de León, ícono del fútbol hondureño, puso fin a su brillante carrera profesional este 14 de diciembre en el Estadio Nacional Chelato Uclés de Tegucigalpa.

El legendario número 10, conocido por su destreza en el campo y su carisma, dejó una marca imborrable en la historia del fútbol de Honduras.

El adiós definitivo llegó en el minuto 71 del partido amistoso, cuando Rambo rompió en llanto ante la afición que lo ha respaldado a lo largo de su carrera.

Las leyendas de la Selección Dorada y Mundialista le rindieron homenaje formando un pasillo, resaltando la contribución invaluable que de León ha hecho al fútbol hondureño.

En declaraciones post-partido, visiblemente emocionado, Rambo compartió sus sentimientos y agradecimientos.

Destacó la importancia de la afición en su carrera y recordó sus humildes comienzos jugando con una pelota de caucho en las calles. Expresó su gratitud a quienes lo apoyaron a lo largo de su trayectoria y mencionó a las personas clave que lo inspiraron y guiaron, incluyendo a Hermelindo Cantarero y su tío Pablo de León.

Rambo de León, quien fue el primer hondureño en dirigir un partido de la Liga Nacional, anunció su transición hacia la carrera de entrenador. Señaló que ya está trabajando en su academia y anticipa con entusiasmo su papel en el desarrollo del fútbol hondureño desde el banquillo.

En cuanto a su deseo de dirigir, expresó su interés en liderar una selección menor, especialmente una Sub-17.

Asimismo, Rambo subrayó la importancia de brindar oportunidades a los jóvenes y compartió consejos para la nueva generación, alentándolos a soñar y esforzarse por alcanzar sus metas.

La despedida de Rambo de León no solo marcó el fin de una carrera futbolística extraordinaria, sino también el comienzo de una nueva etapa dedicada a nutrir y guiar a las generaciones futuras del fútbol hondureño.

Su legado perdurará como inspiración para aquellos que sueñan con llegar a lo más alto en el deporte rey.