Las recientes declaraciones del Comité de Asuntos Exteriores de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, controlado por el Partido Republicano, sobre una supuesta “crisis democrática” en Honduras bajo el gobierno de la presidenta Xiomara Castro, reflejan una clara intención de injerencia en los asuntos internos del país.
Esta ha sido la dinámica impulsada por la extrema derecha de Estados Unidos, quienes al comparar a Honduras con Venezuela y Nicaragua, buscan instalar un relato alarmista que no responde a la realidad nacional.
Todo lo contrario, responden a su propio afán de debilitar a un gobierno democráticamente electo y fortalecer a una oposición hondureña de corte autoritario y fascista representada por el bipartidismo que durante años ha tenido a Honduras sumida en la pobreza, la corrupción y el narcotráfico.
Este tipo de pronunciamientos no son nuevos: históricamente, el Partido Republicano ha impulsado narrativas de “amenaza a la seguridad nacional” para justificar intervenciones, generar inestabilidad y manipular la política interna de países soberanos.
En este caso, recurren a la desinformación y la difamación para socavar los avances democráticos alcanzados en Honduras.
Nuestro país no necesita tutelajes externos ni recetas impuestas desde Washington. Lo que necesita es que se respete la voluntad popular expresada en las urnas y que se le permita resolver sus propios desafíos sin presiones ni chantajes políticos.
El pueblo hondureño tiene derecho a decidir su futuro. El Partido Republicano debería dejar de instrumentalizar el discurso de la democracia mientras ataca y deslegitima a un gobierno legítimo que busca cambios en beneficio de su gente.

