La candidatura de Rixi Moncada por el Partido Libertad y Refundación (LIBRE), ha generado nerviosismo en el bipartidismo por tener un multitudinario respaldo; Rixi se ha convertido en una figura que hace temblar al Partido Nacional y Liberal.

Su presencia en la contienda ha desatado miedo en los círculos de poder que, por primera vez en años, enfrentan a una candidata que no responde a sus intereses de las 10 familias más ricas de Honduras.

La única mujer que competirá en las elecciones internas del 30 de noviembre no rinde cuentas a las élites, sino al pueblo. Representa una ruptura real con el modelo corrupto que por décadas han defendido el Partido Nacional y el Partido Liberal.

Desde que fue anunciada como candidata, Rixi Ramona ha sido blanco de ataques sistemáticos. La acusan de ser dominante, cuando lo que realmente les incomoda es su liderazgo ético, su coherencia con los principios de la Refundación y su postura inquebrantable frente a la corrupción y la injerencia extranjera.

Salvador Nasralla continúa con su discurso oportunista, contradiciéndose entre alianzas y traiciones, Rixi sostiene una narrativa firme transparencia, soberanía, justicia social y feminismo como ejes de una nueva Honduras.

Y por otro lado, Nasry “Tito” Asfura desde las sombras aparece de vez en cuando con el mismo discurso de siempre, sin ofrecer una sola propuesta de país.

A diferencia de quienes buscan poder por ambición, Moncada tiene respaldo real de: movimientos sociales, juventudes organizadas, colectivos de mujeres y sectores populares que ven en ella una figura de cambio profundo, no de marketing electoral.

La estrategia de la oposición es atacarla, pero cuanto más la critican, más respaldo suma entre quienes apoyan la revolución del país.

El miedo que tienen es porque saben que Rixi ganará las elecciones y no volverán a tener el control del Estado como botín político.