El candidato presidencial del Partido Liberal de Honduras (PLH), Salvador Nasralla, ha pasado de proclamarse una figura “incorruptible” a construir su proyecto político rodeado de personajes con antecedentes de corrupción y narcotráfico.
Durante años, Nasralla repitió que “el Partido Liberal era financiado por el Partido Nacional” y que no se debía votar por ninguno de los dos.
Además, durante años mencionó que el Partido Liberal y el Partido Nacional eran «la misma papada» los dos son partidos de extrema derecha, que benefician a un grupo de 200 mil personas.
Sin embargo, después de mucho tiempo, se quitó la máscara y ahora es el rostro del bipartidismo que tanto criticó.
CORRUPTOS Y NARCOS EN SU GABINETE
Entre sus principales coordinadores figuran Samuel García (en Olancho) incluido en la Lista Engel, que señala a actores políticos centroamericanos involucrados en actos de corrupción.
Y Víctor Sabillón, diputado señalado por sostener reuniones con el narcotraficante Fredy Najera, quien también fue diputado por el Partido Liberal.
Otro de los principales aliados de Nasralla es Yani Rosenthal, condenado en Estados Unidos (EE. UU.) por lavado de activos provenientes del narcotráfico.
El Departamento de Justicia lo encontró culpable de haber usado empresas familiares y bancos para blanquear dinero del cartel de Los Cachiros.
Nasralla también ha incorporado a su círculo al exdiputado Jorge Cálix, expulsado del Partido Libertad y Refundación (Libre) por traidor.
Cálix tiene fuertes conexiones familiares con personas vinculadas al narcotráfico, entre ellos Mario “Cubeta” Cálix, extraditado en 2024, y Soraya Cálix, exfuncionaria del gobierno de Juan Orlando Hernández, con vínculos cercanos con el Cartel Hernández.
CANDIDATOS INEFICIENTES
Otro nombre que resalta en el equipo de Salvador Nasralla es el del alcalde de San Pedro Sula, Roberto “El Pollo” Contreras, señalado por su ineficiencia y por irregularidades administrativas.
Desde la sobrevaloración en la compra de nacatamales, hasta una millonaria deuda con la ENEE.
Además, de su poca humanidad con el pueblo que votó por él en las urnas; pues en 2024 se negó a habilitar el gimnasio olímpico para albergar a familias damnificadas por la tormenta Sara, hecho que provocó indignación.
Las alianzas actuales de Nasralla contradicen frontalmente el discurso que lo posicionó políticamente.
Su narrativa anticorrupción se ha desmoronado ante los pactos con sectores que representan justamente lo que durante años dijo «combatir» ¿O su principal deseo siempre fue parte de esos partidos corruptos?
Salvador Nasralla representa una figura política que ha perdido credibilidad y coherencia. Su candidatura es como una suma de intereses personales, oportunismo y pactos con los el bipartidismo (que son prácticamente lo mismo) y que históricamente han afectado al país.
