El Partido Liberal atraviesa una de sus etapas más críticas, no solo por su pérdida de credibilidad entre las bases históricas, sino porque hoy se encuentra bajo el control de figuras que no representan el liberalismo de cuna, sino el oportunismo político.
Entre ellos destacan Salvador Nasralla, Roberto Contreras y Jorge Cálix, tres personajes que han saltado de partido en partido buscando beneficios personales más que ideales colectivos.
Nasralla, que fundó su propio partido y luego se unió a la alianza con LIBRE, ahora pretende controlar espacios dentro del liberalismo sin haber pasado por su historia ni compartir sus valores fundacionales. Lo mismo ocurre con Roberto Contreras, empresario y figura mediática que ahora influye en sus decisiones internas como si fuera un líder legítimo.
La situación se agrava con la pretensión de imponer a Josy Toscano como consejero del Consejo Nacional Electoral (CNE). Toscano no solo carece de trayectoria dentro del partido, sino que ha sido una figura que ha oscilado entre intereses coyunturales y cálculos personales.
Su nominación no responde a una carrera construida en las filas del liberalismo, sino a los acuerdos de cúpula entre quienes sin ser liberales han secuestrado al partido para convertirlo en un instrumento a su servicio.
Este intento por capturar el CNE es una maniobra más en la estrategia de quienes buscan tener el control absoluto del proceso electoral, debilitando la institucionalidad y traicionando los principios democráticos que dieron origen al Partido Liberal.
Las bases históricas y los verdaderos liberales ven que su partido está siendo completamente desfigurado por quienes solo llegan a servirse de él.

