La motosierra de Javier Milei no perdona ni a los enfermos de cáncer ni a los jubilados, decidió eliminar el Instituto Nacional del Cáncer (INC), organismo que por más de una década diseñó e implementó políticas públicas de prevención, investigación y tratamiento de esta enfermedad en Argentina.

Sus funciones fueron absorbidas por el Ministerio de Salud, bajo la promesa de “eficiencia”. Pero lo que llegó a los pacientes es otra cosa: incertidumbre, tratamientos interrumpidos y un retroceso sanitario que golpea directamente a los más débiles.

Mientras los funcionarios repiten que no habrá desfinanciamiento, médicos y especialistas advierten que las consecuencias serán mortales. “Se va a traducir en más dolor y menos calidad de vida”, alertó Mariana Pechenik, referente en cuidados paliativos. Y no es exageración: cuando se desmontan políticas de prevención y atención, lo que se pierde son vidas.

El blanco favorito de Milei

El Programa de Atención Médica Integral (PAMI), que atiende a millones de jubilados, quitó la cobertura total de 44 medicamentos esenciales.

Entre ellos hay antibióticos, antiparasitarios, corticoides, ansiolíticos y tratamientos para enfermedades crónicas.

Antes estaban cubiertos al 100%, ahora sólo parcialmente. El resultado: miles de jubilados que sobreviven con haberes mínimos deben elegir entre comer o pagar medicinas.

Escándalo en la familia presidencial

El colmo llega con la corrupción que salpica al propio entorno de Milei. Denuncias públicas señalan que Karina Milei, la hermana del presidente, habría recibido coimas por la venta de medicamentos destinados a personas con discapacidad.

El esquema, revelado por el exfuncionario Diego Spagnuolo, incluía un retorno del 3% en cada compra. Spagnuolo aseguró haber informado directamente al presidente, pero no hubo sanciones ni investigaciones serias.

Mientras los jubilados dejan de recibir remedios gratuitos y los niños con cáncer enfrentan recortes presupuestarios en hospitales, el círculo íntimo del gobierno estaría lucrando con la salud de los más vulnerables.

Los farmacéuticos ya advirtieron que los tratamientos “peligran en cantidad y calidad”, porque muchos pacientes abandonan medicaciones vitales al no poder costearlas.

El recorte en salud se traduce, sin vueltas, en condenar a los más vulnerables a una vejez de enfermedad y dolor.